Exactamente en un mes dará comienzo la estación de floración por antonomasia, esa en la que las plantas reconocen que el frío da un paso atrás, los rayos del sol inciden con mayor fuerza y los días duran más minutos. Las plantas, que poseen unas moléculas capaces de percibir cuándo las condiciones ambientales son las adecuadas para florecer y, por tanto, ser polinizadas, brillan con mayor fuerza durante la primavera justo en el momento en el que comenzamos a disfrutar de las zonas exteriores.
Para ello, detallamos tres pasos fundamentales que llevar a cabo en invierno para que el jardín se muestre esplendoroso la siguiente estación.
La instalación de riego tiene que estar a punto
Aunque durante los meses más duros del año no hace falta hacer uso del riego, en cuanto el frío se aleje y el sol apriete, la instalación debe funcionar sin problema. Dedica algo de tiempo a comprobar que el estado es el óptimo: las tuberías y mangueras no tengan fugas y los aspersores y difusores no estén atascados. Es importante también revisar el mecanismo automático de apertura y cierre de agua, las llamadas electroválvulas.
Las malas hierbas han de desaparecer
Igual que crecen y florecen las plantas que nos gustan y dan vida a nuestro jardín, también lo hacen las indeseadas malas hierbas. El mejor método para acabar con ellas es el manual, con unos guantes tienes que arrancarlas de raíz para que no se reproduzcan. Si aún así siguen apareciendo, recurre a un herbicida.
La tierra, mejor abonada
Acudir a nuestro vivero de confianza para hacernos con los ejemplares que más nos guste no servirá de mucho si previamente la tierra del jardín no ha sido abonada. Para que plantas y árboles desarrollen un crecimiento óptimo hay que incluir sustrato en la tierra. Recuerda utilizar herramientas que te ayuden a hacer esta tan tediosa como necesaria labor, una azada y un rastrillo para repartir el abono de forma homogénea por el perímetro del jardín será más que suficiente.